martes, 11 de marzo de 2014

socialismo o barbarie

Acabo de leer en sinpermiso un inquietante artículo firmado por un catedrático ex-secretario de Estado con Clinton. Con ocasión de la mediática compraventa de la compañía propietaria de Whatsapp por Facebook, hace una reflexión que es tan vieja como el capitalismo: el progreso de la producitividad nos empobrece (los burgueses llaman productividad a lo que Marx llamaba con más precisión las fuerzas productivas, y como toda la cultura burguesa es absolutamente hegemónica, le llamaremos productividad o no nos entenderemos)...
A menos que descubramos la forma de realinearlos [no se entiende si los los beneficios empresariales o los puestos de trabajo y los salarios, o ambos entre sí] –o de distribuir más ampliamente la ganancias—, nuestra economía no conseguirá generar suficiente demanda para sostenerse a sí misma. Y nuestra sociedad no podrá conservarse lo bastante cohesionada como para que vivamos juntos y en paz.
Lo que cuenta el artículo es que whatsapp nos proporciona unas mejores comunicaciones con un coste mucho menor, y lo bueno es que pone en relación el coste con el trabajo social. Por supuesto, lo pone en relación muy indirecta y muy falsamente, no vaya a ser que alguien le calificara de mantener alguna teoría seria del valor, como la del valor trabajo de Marx (¿Conoce el lector alguna otra? Alguna seria, se entiende). Pero viene a decir que eso está relacionado con pérdidas masivas de empleos en correos, telefónicas y cualesquiera empresas (capitalistas, ni que decir tiene) del sector.

De nuevo, el problema es la demanda "para que nuestra economía se sostenga a sí misma". Al menos, no criminaliza al propio desarrollo de la productividad, que permite producir más con el mismo trabajo. O también producir lo mismo con menos trabajo, algo que siempre se nos olvida, pero es lo fundamental en el avance de la productividad... o debería serlo. El yerno de Marx lo señaló evocadoramente en su Derecho a la pereza para contraponerlo al derecho al trabajo asalariado. Pero no termina de cuajar la consigna del reparto del trabajo en las estrategias de los sindicatos de clase.

El caso es que, como ya contabamos con ocasión de la teoría de los cristales rotos (aquí y aquí), estos delirios momentaneos de gente bienintencionada provocan la angustia del que se ve en un callejón sin salida, porque solo sabe mirar en la dirección de la pared, donde una y otra vez se da de bruces, con más violencia cuanto más rápido quiere avanzar.
Y solo sabe mirar en la dirección de la pared porque habla de ganancias como algo inevitable. Porque está entrenado para pensar en términos de capitalismo bueno y capitalismo malo, y además está entrenado para no hacer uso de su espíritu crítico para poner en cuestión los propios términos del capitalismo.
La "demanda", ese santo grial, es solo un paso intermedio. Es el telón que oculta el bulto que se mueve detrás: la ganancia del capital.
El capitalismo se mueve por y para la ganancia del capital. O no se mueve. Esa es su contradicción nuclear.
Y al que (porque ha sido adecuadamente entrenado para ello) le suene a chino, a antiguo, o a no se qué cuantas chorradas más, que el capitalismo es miseria, no le voy a decir que estudie a Marx, porque hará lo que le de la gana, faltaría más. Solo le voy a decir dos cosas:
  1. Si estás en paro, o conoces a gente en paro, estás viendo cara a cara la miseria, la destrucción de la riqueza social, por partida doble. El trabajador en paro no puede trabajar y crear riqueza y quiere hacerlo: se despilfarran sus capacidades. Mientras tanto, los empleados trabajan como mulas en jornadas cada vez más largas, que le agotan y le privan de su tiempo de disfrute: se destruyen sus capacidades.
  2. Todo eso está explicado por Marx. Si lo estudias lo entenderás. Si no, no.
Y, eso sí, el artículo citado no olvida lo que no deberíamos olvidar nunca: la miseria impide que "nuestra sociedad no podrá conservarse lo bastante cohesionada como para que vivamos juntos y en paz". Y no se equivoque nadie: no son buenas noticias. Tampoco para los trabajadores.

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